viernes, 5 de febrero de 2016

Tantágora nº14 Primavera 2012

Lo crudo y lo cocido
Las editoriales hablan sobre oralidad y literatura
Roberto Mezquita
Poeta y narrador oral (España)

INTRODUCCIÓN

Cuento y no dejo de contar, que para todas las personas que formamos parte del variopinto colectivo dedicado a la narración oral en este país, resulta gozoso echarle un vistazo al panorama editorial de los últimos años. En él se divisan, a modo de multicolores banderines agitándose, la presencia numerosas obras debidas a la pluma y al ingenio de un nutrido grupo de narradoras y narradores orales.

En el número11 de Tantágora y bajo el título de “Narrar sobre el papel”, ya pude glosar algunas de las (a mi juicio) cuestiones básicas de dicho fenómeno en los últimos diez años, a la vez que hacia un recuento significativo de obras y autores. “A fuer” de no aportar novedades significativas al respecto (pues apenas se ha cumplido un año desde entonces), si me permito apuntar una idea principal, que es, la de que todo lo sucedido editorialmente durante estos años de ninguna manera puede resultar fruto de la casualidad y que proviene mas bien del crecimiento natural de un colectivo relativamente joven, pero que va afianzando su caminar con pasos de fuste.

Esta última afirmación que podría parecer subjetiva y corporativista; se demuestra empero con facilidad al enumerar algunos de los relevantes galardones conseguidos por varios de nuestros compañeros en su faceta de escritores: Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (Ministerio de Cultura), Lazarillo (Oepli y M de Cultura), Concurso Internacional del Álbum Infantil del Cabildo de Gran Canaria; Premio Internacional Compostela para Álbumes Ilustrados; Libro mejor editado del año (Gremio de Editores);Vila d´Ibi de Narrativa Infantil, Leer es vivir (Everest); Ala Delta de Literatura Infantil (Edelvives); White Raven de la Biblioteca de Munich, el Samaruc (Asociación de Bibliotecarios Valencianos),

Conca de Cultura Popular (Generalitat de Catalunya)…

La mencionada afirmación se corrige y se aumenta al comprobar que estos narradores-escritores están siendo publicados por algunas de las editoriales más relevantes de nuestro país.

Todos ellos son datos objetivos que vendrían a subrayar la calidad y la cantidad de las obras debidas al colectivo de narradoras y narradores orales de nuestro país.

Si se me permite la “perogrullada” (por cierto una expresión muy “de cuento”) podemos convenir que si son los que trabajan con madera y sierras los que más fácilmente pueden producir muebles o que la facturación de zapatos está básicamente en manos de los que se afanan entre cueros y hormas; ¿quien mejor para recrear e inventar historias que los integrantes de un colectivo que come, bebe, respira y expele cuentos? ¿No resulta algo lógico y natural?

No me hagan demasiado caso con las cifras, pues los datos que les cito a continuación son un suponer, pero creo que así a vuela pluma, podemos hablar ya de cerca de cuarenta narradoras y narradores orales con obra editada; mientras que el número de libros en circulación por su intermedio (entre los ya publicados y los que se esperan en los próximos meses) debe estar a estas alturas en torno a unos trescientos.

Si a menudo reclamamos para nuestro colectivo el reconocimiento que creemos que bien se merece; es evidente que la publicación de obra escrita está constituyendo hoy por hoy uno de los aspectos que más abunda en nuestra visibilidad y presencia en los foros más diversos.

Más siempre conviene volver a recordar que esa producción literaria está (en la mayoría de los casos) estrechamente vinculada a procesos que devienen de nuestra practica como narradoras y narradores orales y a nuestro contacto permanente con los cuentos. Parece claro que muchas de las obras escritas por nosotros, no se hubieran llegado a apuntar si detrás de ellas no hubiera una narradora o un narrador oral.

Convencido estoy además de que esa conjunción entre la palabra dicha y la escrita, nos proporciona una serie de magníficas posibilidades que estarían sólo a nuestro alcance y que redundan en la materialización de obras con la narración oral como denominación de origen. Algo así como si fuéramos los poseedores de un terruño (oral) cuyas características facilitan también el crecimiento de bienes únicos en su sabor y aspecto (literario).

Al fin y al cabo representamos (y esto no conviene olvidarlo) a uno de los oficios más antiguos y fundamentales de la “tribu humana”, y tenemos la suerte de moldear con nuestras manos sustancias cuya estructura es similar a la de los sueños. Nuestra responsabilidad va pues en consonancia.

Lógico resulta pues que Tantágora siga abundando en la cuestión. En este caso ofrece espacio para que algunas editoriales que vienen apostando con regularidad por la obra de narradoras y narradores orales puedan ofrecernos sus opiniones al respecto.

En la intención de ir completando poco a poco este paradójico puzzle que significa la relación entre la literatura y la oralidad, les dejamos en los siguientes renglones con las autorizadas palabras de representantes de las editoriales Ekaré, Kalandraka, La Galera, Litoral, OQO, Palabras del Candil, Siruela y por supuesto de la anfitriona Tantágora.

Seguiremos informando.

*Roberto Mezquita es poeta y narrador oral. La editorial OQO publicó el pasado Mayo su álbum “El Gallo Traganueces” y de igual manera sacará en Noviembre su segundo trabajo: “La vieja en la botella”

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